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Diario Digital Amazónico, desde 13 julio 2017

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peces de la Amazonía exhiben concentraciones de metales pesados que superan los estándares recomendados

peces de la Amazonía exhiben concentraciones de metales pesados que superan los estándares recomendados

El Amazonas es el ecosistema de agua dulce con mayor biodiversidad de la Tierra. Este ecosistema único y sus innumerables residentes están amenazados por un aumento continuo de la contaminación por metales pesados relacionado con la minería, la extracción de petroquímicos y la deforestación. Especialmente preocupante es el aumento de las importaciones de Mercurio (Hg) a la cuenca, que ahora ascienden a >800 toneladas anuales, la mayor parte de las cuales se vierten al ambiente durante la extracción y refinamiento de oro.

Un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Las Américas, en colaboración con WWF, el Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO) y el Royal Ontario Museum, con el financiamiento de la Cooperación Belga de Desarrollo (DGD), revela patrones de acumulación de metales pesados en peces de las cuencas hidrográficas de los ríos Napo y Pastaza en Ecuador, incluidos los ríos Aguarico, Cuyabeno y Bobonaza, que sugiere una relación con la extracción industrial y artesanal de recursos naturales. La investigación, aborda los problemas ambientales de la contaminación y biomagnificación por metales pesados, derivados de vertidos mineros, agrícolas, petroquímicos e industriales en estas cuencas. 

Se analizaron 360 especímenes de peces que representan 58 especies, y se evaluó la concentración de 11 metales (Aluminio, Arsénico, Cadmio, Cromo, Cobre, Helio, Manganeso, Niquel, Plomo, Zinc y Mercurio). Los resultados revelan que 15 especies y 53 especímenes individuales exhiben concentraciones de metales pesados ​​que superan los estándares recomendados, con niveles elevados de Aluminio (Al), Arsénico (As) y Mercurio (Hg).

El estudio confirma además que los riesgos de presencia de metales pesados en los peces de la Amazonía varían según los ciclos estacionales de inundaciones, aumentando en promedio durante la temporada de aguas bajas (diciembre a febrero). 

La contaminación de la dieta con metales pesados plantea amenazas particulares para los humanos y la biodiversidad. Por un lado, muchas de las especies de peces analizados en los estudios, son consumidos por habitantes de la Amazonía, poniendo en riesgo significativo su salud en caso de superar una ingesta diaria de pescado de 0,46 kg.  Los pueblos indígenas y rurales se encuentran entre los más vulnerables al depender de la pesca de agua dulce para su subsistencia, especialmente en las comunidades de la cuenca del Amazonas.

Varios estudios en América del Sur tropical, han documentado la contribución de la reciente y rápida expansión de la extracción artesanal e industrial de petróleo, oro, hierro y cobre a una contaminación ambiental generalizada con Arsénico (As), Cadmio (Cd), Cromo (Cr), Cobre (Cu), Mercurio (Hg), Níquel (Ni), Plomo (Pb) y Estaño (Sn). La contaminación por Hg es la más preocupante, ya que se asocia con el deterioro de la función cardiológica y neurológica, una actividad enzimática reducida y un aumento del estrés oxidativo, especialmente en las mujeres. Otros efectos documentados de la acumulación de estos metales son el incremento en el riesgo de cáncer de pulmón, teratología fetal, convulsiones y pérdida de audición en la infancia, e insomnio en adultos, pérdida de memoria y daños al sistema nervioso central y a los riñones.

Esta contaminación afecta además a poblaciones de peces y cetáceos de agua dulce según el último reporte de la Iniciativa de Delfines de Río de Sudamérica. El bufeo (Inia geoffrensis) y el Tucuxi (Sotalia fluviatilis) son las dos especies de delfines de río severamente amenazadas en la Amazonía ecuatoriana. Pese a que los efectos de la contaminación de los ríos en los delfines todavía se desconocen, se sabe que el mercurio y otros metales pesados pueden impactar el hígado, riñones, cerebros y sistema reproductivo de los cetáceos.

Los metales pesados ​​ingresan a los ecosistemas amazónicos a través de fuentes antrópicas, así como de la erosión geológica y el vulcanismo de origen natural. Las actividades mineras no solo elevan los niveles de metales pesados del suelo en el que desarrollan, sino que también impulsan la deforestación, lo que reduce la materia orgánica del suelo y aumenta su acidez, la erosión y la exposición a los rayos UV y temperatura. 

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