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Copa Amèrica 2024

Colombia con buen futbol derrota a Paraguay 2-1 en el debut de su grupo

(Crónica del partido, diario El Tiempo digital ).- La Selección Colombia celebra. No celebra solo la victoria contra Paraguay 2-1 en su debut en la Copa América. Celebra mucho más. Celebra que tiene a James y James es la certeza de la magia y la precisión. Celebra que tiene a un equipo que coquetea con la victoria. Celebra que tiene la habilidad de Lucho Díaz y Jhon Arias. Celebra que es un equipo cada vez más sólido. Celebra que tiene gol, que tiene orden. Celebra el fútbol de Richard Ríos. Celebra que el equipo gana y enamora. ¿Y cómo no enamorarse? 

Colombia nunca se confío, ni antes del partido ni antes de empezar a ganar. Sabía que los partidos no se ganan en la prensa ni en la radio, no antes, había que jugar y había que tener paciencia, no desesperar, ir avanzando de a poco, esa fue su estrategia, dejar que Paraguay se entusiasmara, que se creyera que podía hacer daño, incluso dejarles patear un tiro libre que atajó Camilo Vargas, todo eso como para que ellos se entusiasmaran y fueran abriendo su muralla sin darse cuenta. 

Colombia no era el remolino ofensivo que todo el estadio amarillo esperaba en el arranque, apenas había tenido un buen remate de Richard Ríos, pero era un equipo confiable, calculador, de esos equipos que confían tanto en su talento y su estrategia que aguardan el momento justo para lanzar la estocada letal. Paraguay no se percató de eso, Paraguay pensó que con su atrevimiento y con su fuerza Colombia estaba confundida. Paraguay creyó que como Colombia perdió al defensor Jhon Lucumí por lesión iba a ser frágil. Paraguay pensó que con el cuento de su poder aéreo, no iba a correr riesgos. Vaya mentira.

Cuando la pelota le llegó a los pies del que los tiene más perfectos, la afición se puso de pie, porque James Rodríguez aún no aparecía, se mantenía como ausente, como estudiando el partido, de lejitos, mirando cómo era que Paraguay se confiaba. Y como James no aparecía, nadie lo marcaba. Pero la afición cree en él y por eso presintió que venía algún truco.

James recibió el pase en la zona izquierda, con exagerada libertad, y entonces hizo un leve movimiento de sus piernas, un enganche con total tranquilidad, ni siquiera corriendo, apenas caminando, como el que no suda para pensar, alzó su mentón, con su mirada erguida de crac y vio todo el panorama en el área, identificó en fracción de segundos qué batallas se libraban allí, vio los roces, las marcas, se percató de que a Lucho Díaz lo llevaban agarrado, entonces lanzó su centro, una caricia, la zurda con guante blanco, la pelota se elevó y cayó con perfección, pero no iba para Díaz, que estaba obstaculizado, iba para un fantasma que apareció atrás y que solo James había visto, Daniel Muñoz, que recibió el pase y metió un cabezazo certero, al piso, así como más les duele a los porteros, así como si fuera un curtido delantero. Muñoz fue un espectro para Paraguay, nadie lo vio llegar, y así fue el 1-0 en 32 minutos. Entonces sí, la mancha amarilla en las enormes tribunas del estadio se sacudió y los paraguayos, que mucho habían luchado y corrido, debieron sentir algo parecido al pavor.

Colombia tuvo el premio a su paciencia. Lo que venía ahora en su estrategia era asegurar el marcador. Y no se demoró. Hubo una falta sobre el otro costado, el derecho. ¿Quién cobra? No preguntaban en Colombia, que lo saben de memoria, sino los paraguayos que no querían que James volviera a levantar el balón. Y fue James que como una pesadilla les cobró un centro fenomenal. James miró otra vez el área, la vio poblada, como una gran ciudad en la que sobresalían una torre llamada Jéfferson Lerma, que se elevó por encima de los 21 hombres que luchaban en tierra y metió su cabezazo, y otra vez la pelota adentro, 2-0, 42 minutos, y Paraguay no lo podía creer, los reyes de la pelota quieta y el juego aéreo ya perdían con dos goles de cabeza.

Paraguay salió del vestuario para el segundo tempo con aparente nueva furia, quería empujar e ir por el descuento a base de fuerza, coraje, roce, pero muy rápido se vio otra vez sometido por una Colombia tranquila. Richard Rios les escondía la pelota a sus rivales como si realmente fuera un juego. Lerma loes mostraba los dientes cada que se acercaban por su zona. Arias se puso a tocar y tocar. Vargas se lanzó al pato y paró un remate que llevaba peligro. James amenazaba con cada pase y con cada pelota quieta. Luis Díaz, falló dos remates, prefirió guardar su aire, sus fuerzas y su precisión para las siguientes batallas.

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