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Colombia derrumbó a Brasil 2-1 en una noche mágica de Luis Díaz

(El Tiempo, Bogota) Fue Luis Díaz, el que más lo había intentado, el que más lo merecía, el iluminado que tenía el gol atragantado, el que quería liberarlo y gritarlo hacia las tribunas, donde su papá acompañó su coro, su emoción y sus lágrimas. Fue Luis Díaz el que hizo la gesta, el que anotó dos goles, dos cabezazos certeros, para que su papá y Colombia gocen y griten libertad, y griten victoria, dos goles para vencer a Brasil 2-1 en la eliminatoria, por fin.

Luis Díaz estaba motivado. Y cómo no, si su papá, Manuel, recién liberado tras su secuestro, estaba en la tribuna, libre, sufriendo con una derrota que no era justa, una derrota que no se merecía Colombia, pero ahí estaba Luis, con su cabeza de oro para cambiar la historia, para hacer la hazaña, para ser el héroe.

Colombia había sufrido mucho el partido. Lo sufrió desde el arranque, porque se encontró con una Brasil demoledora que a los 3 minutos ya le ganaba. Fue un comienzo de pánico para la Selección. Un corrientazo de nervios paralizó a esos 11 jugadores que quedaron como electrocutados por un rival que no era cualquier rival, era un monstruo de mil cabezas que arrancó el partido como si quisiera devorarse a Colombia a mordiscos.

El reloj recién pasaba los 3 minutos, recién el público calentaba las gargantas y alistaba las oraciones, cuando apareció esa ráfaga: Vinicius soplando como huracán, tocando, recibiendo, una tempestad, pared con Martinelli que sacó el puntillazo final y la pelota fue directo a un ángulo. Camilo Vargas se arrojó a ver si sus dedos hacían el milagro, pero no, la pelota fue a la red, 0-1, y fue cuando Colombia levantó la cabeza para mirar y darse cuenta de que al frente no había un Brasil común, lo que había era una bestia motivada.

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