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Erosión del río Pastaza pone en riesgo la

Deslizamientos constantes, derrumbes y el aumento del tráfico pesado agravan la amenaza en el cantón Mera, donde viviendas y carreteras se debilitan con cada lluvia.

El margen izquierdo del río Pastaza, en el cantón Mera, enfrenta una amenaza constante: un terreno inestable que se abre paso entre precipicios de 200 metros de profundidad. La erosión del río, presente desde hace 12 años, comenzó con pequeños deslizamientos que ya advertían a los habitantes del riesgo. Hoy, la situación se ha agravado.

Los derrumbes son parte de la vida diaria de 51 familias que habitan en un tramo de dos kilómetros.

En la casa de la familia Acuña Malusín, la pendiente cedió de manera repentina y arrastró el patio trasero hasta el cauce, dejando la vivienda a solo 10 metros del abismo.

Escenarios similares obligaron a varios vecinos a marcharse y cerrar negocios.

“El suelo que se siente cómo se mueve, más las crecidas del río Pastaza nos ha obligado a buscar otro lugar donde vivir. Estamos prácticamente viviendo en una casa abandonó su casa por erosión del río.

Y hay más. Parte de la vía Puyo–Baños, que conecta Pastaza con la Sierra Centro, también está en riesgo. Un informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos identificó tres puntos críticos:

El primero está en la entrada a Mangayaku, donde el desprendimiento queda a solo dos m

El tercer punto está en el centro de Mera, bajo el conocido edifca fue habilitada para el público, se levanta sobre un talud debilitado.

Desde julio el riesgo se multiplicó cuando el cierre de la vía Baeza–Tena, en Napo, desvió el tráfico hacia la ruta Puyo–Baños. Según el Ministerio de Infraestructura y Transporte, antes cios mensuales. Hoy, el flujo alcanza los 17 500, en su mayoría camiones de carga pesada.

“Se ha hablado con los gobiernos provincial y municipal y se está ingresando a hacer un proceso de reforestación con especies nativas, para que las raíces produzcan una estabir Cobo, coordinador zonal 3 de la Secretaría de Riesgos.

Y aunque las autoridades conocen la fragilidad del terreno, la medida que han implementado por ahora se reduce a una señal de tránsito que sugiere a los vehículos pesados desviarse por otra ruta. Una advertencia que, en laico ni disminuye la amenaza.

El margen izquierdo del río Pastaza, en el cantón Mera, enfrenta una amenaza que se abre paso entre precipicios de 200 metros de profundidad.

La erosión del río, presente desde hace 12 año se ya advertían a los habitantes del riesgo. Hoy, la situación se ha agravado.

Los derrumbes son parte de la vida diaria de 51 familias quilómetros.

En la casa de la familia Acuña Malusín, la pendiente cedió de manerarepentina y arrastró el patio trasero hasta el cauce, dejando la vivienda a solo 10 metros del abismo.

Escenarios similares obligaron a varios vecinos a marcharse y cerrar negocios.

“El suelo que se siente cómo se mueve, más las crecidas del río Pastaza nos ha obligado a buscar otro lugar donde vivir. Estamos prácticamente viviendo en una casa prestada”, menciona Óscar Villacrés, quien abandonó su casa por erosión del río.

Y hay más. Parte de la vía Puyo–Baños, que conecta Pastaza con la Sierra Centro, también está en riesgo. Un informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos identificó tres puntos críticos:

El primero está en la entrada a Mangayaku, donde el desprendimiento queda a solo dos metros de la carretera. Ochocientos metros más adelante, la calzada presenta hundimientos y grietas a lo largo de 47 metros.

El tercer punto está en el centro de Mera, bajo el conocido edificio de cristal. Esta construcción, que nunca fue habilitada para el público, se levanta sobre un talud debilitado.

Desde julio el riesgo se multiplicó cuando el cierre de la vía Baeza–Tena, en Napo, desvió el tráfico hacia la ruta Puyo–Baños. Según el Ministerio de Infraestructura y Transporte, antes circulaban por esta carretera unos 13 600 vehículos mensuales. Hoy, el flujo alcanza los 17 500, en su mayoría camiones de carga pesada.

“Se ha hablado con los gobiernos provincial y municipal y se está ingresando a hacer un proceso de reforestación con especies nativas, para que las raíces produzcan una estabilización del talud”, añade Héctor Cobo, coordinador zonal 3 de la Secretaría de Riesgos.

Y aunque las autoridades conocen la fragilidad del terreno, la medida que han implementado por ahora se reduce a una señal de tránsito que sugiere a los vehículos pesados desviarse por otra ruta. Una advertencia que, en la práctica, no detiene el tráfico ni disminuye la amenaza. (Ecuavisa)

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