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En 9 años, la exportación de aletas de tiburón creció en el 635 %

La venta de tiburón solo se permite si cae en redes de forma accidental. La exportación de sus aletas pasó de $ 743.000 en 2013 a $ 5,4 millones en 2021.

(El universo) En los primeros 7 meses de este año, hasta julio pasado, las exportaciones de aletas de tiburón superaron las cifras anuales dadas en la última década.

Los registros de las empresas exportadoras de este producto derivado del tiburón, y con el que se preparan sopas en Asia, demuestran que mientras en el 2013 salieron del país 87.456 kilos de aletas, este año, de enero a julio, la cifra subió a 196.805 kilos (125 % de aumento), superando el récord de todo el 2018, de 163.881 kilos.

En dólares, la diferencia marca un récord mayor. Las exportaciones en el 2013 sumaron $ 743.643 y este año, hasta julio, van $ 5,4 millones, un aumento del 635 %. La cifra anual más cercana se había registrado en 2019, año completo con ventas por $ 4,6 millones.

Ecuador, en el periodo del 2013 a julio del 2021, ha exportado un millón de kilos, o mil toneladas de aletas de tiburón, por un monto de $ 21,2 millones. Las estadísticas se refieren únicamente a las exportaciones declaradas oficialmente como aletas. Ahí no constan, por ejemplo, las 26 toneladas de aletas decomisadas en Hong Kong, en abril del 2020, y que el país exportó como ‘pescado seco’.

Las cifras de estos registros aduaneros contrastan con las que proporcionó a este Diario el Banco Central del Ecuador (BCE): 6,8 toneladas, de tiburón tinto y aletón, por $ 47.000. Estas exportaciones se hicieron vía aérea desde Guayaquil en 2018 y 2019. El BCE no dio información de otros años.

Los números se materializan en las playas de Manta, ciudad costera con puertos que concentran el 70 % de la flota pesquera del país. Ahí, sobre tablones de carreta, en plásticos o enfilados en la arena, se acumulan decenas de tiburones recién desembarcados de las pangas, pequeñas embarcaciones artesanales que tras dos días de viaje llegan a diario a las playas desde las cuatro de la mañana. Las más grandes, flotas industriales, se internan mar adentro, a 1.200 millas, unos ocho días de viaje, y regresan luego de 45 o 50 días.

El lunes de la semana pasada, en Playita Mía, parroquia Tarqui (Manta), una carga de siete tiburones, sin cabeza ni aletas, parecía abandonada. “No es mía”, “no sé”, dijeron pescadores a un equipo periodístico que preguntaba por el dueño de la carga pesquera.

A pocos metros, el presidente de la Asociación de Comerciantes de la Pesca Incidental de Tiburones 5 de Marzo, John Vera, pedía que no se tomaran fotografías de aletas acumuladas en cubetas o de los escualos descabezados.

“Por ese artículo 4 que no entró en la reforma, todos nos están despedazando, dicen que la Asamblea no quiso salvar al tiburón”, dijo Vera tras advertir a una periodista que “tenga cuidado”.

Toda pesca debe ser incidental. No sabemos qué pesca va a caer. Las aletas son otro derivado, el tiburón toda la vida se va a pescar, pongan o no pongan prohibiciones, porque no hay manera de enseñarle a leer al tiburón.John Vera, presidente de la Asociación de Comerciantes de la Pesca Incidental de Tiburones 5 de Marzo.

La pesca incidental, o accidental, de los escualos es una excepción legal que permite la comercialización de esta especie, su carne y aletas, según la Ley para el Desarrollo de la Acuicultura y Pesca, aprobada en abril del 2020.

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