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Este 11 de septiembre se cumplen 22 años del mayor ataque terrorista del ultimo siglo, en Nueva York

Un día traumático
 Víctima del ataque al WTC
Un hombre camina entre los escombros de una de las torres del World Trade Center. Muchos de los que fueron testigos de los ataques terroristas, aunque fuese de lejos, han tenido dificultad para encarar los hechos. (Foto ©AFP/Stan Horida)

Estos sucesos, considerados como el peor ataque terrorista en la historia -y su rápida secuencia- aturdió al mundo. Comenzaron a las 8:45 de esa mañana cuando un avión de pasajeros de la aerolínea American Air-lines se estrelló en la Torre Norte del World Trade Center. La mayoría de la gente pensó que se trataba de un accidente insólito hasta que 18 minutos después, un segundo avión de pasajeros chocó en la Torre Sur, creando una explosión enorme. Poco después, un avión de pasajeros se estrelló contra el Pentágono, mientras un cuarto avión desviado, posiblemente con la intención de estrellarlo contra la Casa Blanca o el Capitolio, fue obligado a aterrizar por los pasajeros en una zona rural de Pennsylvania cuando lograron dominar a los piratas del aire.

En menos de dos horas, ambas torres en Nueva York, de 110 pisos cada una, se habían desintegrado, enterrando a miles de oficinistas y personal de rescate bajo toneladas de escombros. Todo el sur de Manhattan fue evacuado, los empleados federales fueron enviados a casa anticipadamente, las escuelas se cerraron, y el espacio aéreo de los Estados Unidos fue cerrado por primera vez, dejando varados a miles de viajeros tanto en los Estados Unidos como en el extranjero.

La repercusión de lo que probablemente ha sido el día más traumático en la historia de los Estados Unidos fue magnificada aún más por la incesante cobertura de los medios de los aviones estrellándose en los edificios, montañas de ruinas humeantes luego del colapso de los edificios, bomberos y policías llorando mientras luchaban contra las llamas y buscaban sobrevivientes y familiares que buscaban desesperadamente a sus seres queridos, sosteniendo firmemente volantes conmovedores con fotos y descripciones personales.

«No es sorprendente que la gente tenga dificultad lidiando con estos sucesos como algo real,» señala el Dr. Andrew Baum, profesor de psiquiatría en la Universidad de Pittsburgh. «Hemos visto sucesos como estos en las películas o en otros países, generalmente en contextos ficticios. Este es un suceso tan terrorífico que la gente necesita distanciarse del mismo para procesarlo».


Personal médico y voluntarios de los Estados Unidos improvisan una estación de emergencia en las afueras del Pentágono, mientras las columnas de humo se elevan en el sitio donde, el 11 de septiembre, se estrelló el avión secuestrado. (Foto ©AFP/Luke Franza)

El Dr. Baum, que se dedica a estudiar las consecuencias a largo plazo del traumatismo en la salud mental de las víctimas de desastres y trabajadores de rescate, señala que sucesos como los del 11 de septiembre «ponen en tela de juicio muchas de las suposiciones que hacemos como parte de nuestras vidas cotidianas básicas y hasta tanto esas suposiciones se puedan reparar, la gente tiene dificultades».

Los ataques terroristas -así como los conflictos armados y otras catástrofes- invariablemente ponen a prueba las capacidades de la gente para sobrellevar, comprender y responder al estrés, señala el Dr. José Miguel Caldas de Almeida, coordinador del Programa de Salud Mental de la Organización Panamericana de la Salud. La mayoría de la gente que ha sido expuesta a sucesos como los ataques del 11 de septiembre -aun como observadores lejanos- será afectada, señala, en grados variables de repercusión sobre su salud y funcionamiento psicosocial.

Mucha gente se siente perseguida por las escenas que vieron en la cobertura de noticias en la televisión. Esta repetición mental de los sucesos se explica como lo que los expertos llaman el «sesgo de la atención», o la tendencia a fijar la atención en imágenes amenazadoras incluso después de que el peligro ha pasado.

«La razón por la cual la gente no puede desplazar fácilmente su atención hacia sus rutinas normales es que las imágenes amenazadoras mantienen nuestra atención por mucho más tiempo que aquellas que no son amenazadoras», señala Elaine Fox de la Universidad de Essex en Inglaterra, autora de un estudio del sesgo de la atención publicado en la edición de diciembre de la Revista de Psicología Experimental.

Esto puede ser una función de la manera en que el cerebro maneja tales imágenes, según Nancy Smyth, una experta en traumatismo y profesora en la Universidad de Búfalo en Nueva York. «Hay un creciente cúmulo de pruebas de que nuestros cerebros no procesan las imágenes traumáticas en recuerdos a largo plazo de la misma manera que los sucesos ordinarios», señala. «Parece ser que en el procesamiento y almacenamiento de datos sensoriales amenazadores participan partes del cerebro diferentes que en el de experiencias más convencionales. En realidad, puede ser que algunas imágenes traumáticas nunca se procesen completamente en la forma usual». La gente que se encontró pegada a la televisión, mirando las imágenes una y otra vez, puede tener aun mayor dificultad asimilándolas, señala, «así como la gente que percibe una conexión personal entre sus vidas y el suceso traumático del que han visto en las imágenes».

El fin de semana después del ataque terrorista, nueve de cada 10 adultos estadounidenses mostraron signos clínicos de estrés, según un estudio de la Rand Corporation publicado en la edición del 15 de noviembre del New England Journal of Medicine. El cuarenta y cuatro por ciento de los encuestados notificaron al menos un síntoma de estrés sustancial, como ponerse sumamente molestos cuando algo les recordaba la tragedia, tener dificultad para dormir, o sufrir de explosiones de ira sin motivo.

«La gente reaccionó como si hubiesen sido atacados personalmente», señala el Dr. Mark Schuster, quien encabezó el estudio. «El estrés se sintió en todo todos los grupos, todas las edades y todas las regiones. Naturalmente, el estrés fue más intenso cuanto más cercano estuviese uno a las escenas del World Trade Center y del Pentágono, pero aun la gente que vive en lugares donde no hay edificios altos presentaron niveles altos de estrés».

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