Reportaje: El Kamari Ista, la fiesta de los pueblos kichwas, entre lo ancestral y la influencia de la iglesia católica
El Kamari Ista, Fiesta del Banquete o de la Abundancia, es una celebración de integración o ritual, con cien años de vigencia, celebrada en diciembre, pero su preparación dura todo el año. Es el escenario donde se ritualizan las relaciones sociales efectivas para la comunidad, conformada por el Pueblo Kichwa Canelos y los colonos blanco-mestizos asentados en la parroquia. En esta fiesta sobresale el vínculo social mediante el don (ayudar, dar y recibir sin negarse), a través de un trabajo conjunto que permite una producción abundante y una celebración en su máxima expresión.
Es la ocasión en el año de tejer alianzas y reorganizar la estructura social, marcando límites y subrayando funciones vitales entre mujeres y hombres, entre la comunidad y los de afuera, entre el mundo de la selva y el mundo de los colonos citadinos con la Iglesia Católica como representante histórico y, rememorando lo que antiguamente se aseguraba un equilibrio de correspondencia entre las fuerzas sobrenaturales (Amazanga, Sungui, Nungui) y los humanos.
En sí, es una oportunidad para alejar el caos y la destrucción y regenerar las fuerzas vivas de la comunidad, asegurando su continuidad. Celebración que es organizada por siete parejas o casas ceremoniales, núcleo de intercambio simbolizando la unión del trabajo femenino y masculino. Dos de estas parejas, la «huarmi ista» y la «cari ista», entendidas como casas femenina y masculina, guerreros, que cumplen un papel secundario, más la casa del «tambonero», persona que dirige toda la ceremonia marcial de los lanceros al compás del tambor, junto con un «pihuanero» o flautista, en una larga expedición de cacería.
Las mujeres preparan la chacra, recogen la leña para hacer la chicha, confeccionan las tinajas y mokawas de cerámica para servir esta bebida y el vinillo. La cima de la fiesta, 25 de diciembre, los lanceros amanecen danzando en la plaza, se realiza la procesión y repartición de la comida en abundancia para todos, con la bendición del párroco.
Esta celebración está ligada a la memoria y a la herencia cultural transmitida de generación en generación, cuenta con la participación activa y comprometida de la comunidad; fortalece la identidad, el sentido de pertenencia al territorio e intensifica los lazos familiares y de vecindad.
La celebración también es conocida como la fiesta de la abundancia y está adornada de muchos ritos que empiezan con la acumulación de la leña y la “tejida de la cerámica”. Luego vendrá la aventura propia de los hombres de la comunidad, quienes durante quince días salen a traer provisiones selva adentro, en delegación especial comandada por los priostes de turno.
Durante la fiesta, que se logra a través de una planificación comunitaria, todo gira en torno al compromiso, respeto y obediencia a los ritos y costumbres ya convertidos en tradiciones, que se desarrollan a lo largo del gran río Bobonaza.
El último número de la fiesta anual es la delegación de responsabilidades a los nuevos priostes, que también están jerarquizados en diferentes categorías.
Los Ista Amu son los priostes principales, dueños y con autoridad para la convocatoria al nuevo encuentro; provienen de dos casas fiesteras: la Warmi Ista y Kari Ista. Ellos han de convocar a cuatro casas más que serán de los lanceros. Finalmente, el tambunero tendrá menos actividad, pero no puede faltar a la fiesta del Kamari Ista.
Es a todo este ritual, convertido en fiesta anual, al que se lo ha reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador.