Noti Amazonía

Diario Digital Amazónico, desde 13 julio 2017

CulturaInterculturalidad

Los taromenane (del clan waorani) en la Amazonia de Ecuador no es el único grupo en aislamiento. Un dronw captó imágenes únicas de varios grupos en aislamiento en el mundo-

Curiosidades

Katya Z.

Las impresionantes fotografías de G. Miranda, tomadas para Survival International, ofrecen una visión única de la solitaria existencia de varias tribus aisladas de todo el mundo. Desde los enigmáticos sentineleses de la isla Sentinel del Norte, en la India, hasta las tribus amazónicas cerca del valle del río Javari, en Brasil, o los taraomenane en Pastaza, Ecuador, en la frontera con Perú, estas imágenes ofrecen una cautivadora visión aérea.

Las fotografías de los drones son la prueba de la existencia de tribus intactas

© Death Island Expeditions / YouTube

Un fascinante video recopilatorio, compartido en el canal de YouTube de Death Island Expeditions , ha conseguido más de 3,5 millones de visitas, mostrando estos remotos asentamientos y sus habitantes. Los miembros de la tribu, armados con arcos y flechas tradicionales, miran con curiosidad a los drones, ofreciendo una conmovedora visión de su mundo virgen.

La gente queda fascinada al ver la vida de los miembros de una tribu, que es diferente a nosotros

© G. Miranda/FUNAI/Survival

Los cautivados espectadores de YouTube expresaron su profundo asombro ante la enorme disparidad entre sus vidas y las de los miembros de estas tribus. Un comentarista se maravilló: «Me sorprende lo diferentes que son nuestras vidas. El hecho de que ni siquiera conozcan la existencia de tiendas de comestibles, fábricas, teléfonos, redes sociales, todo lo que hace que nuestra sociedad sea lo que es. Es tan surrealista».

Sin embargo, estas tribus vírgenes están ahora en peligro y necesitan protección

© G. Miranda/FUNAI/Survival

FUNAI, la Fundación Nacional del Indio de Brasil, desempeña un papel fundamental en la formulación de políticas relativas a las tribus indígenas, y su participación en la captura de imágenes con drones pone de manifiesto su compromiso con la preservación de estas culturas.

Aunque algunas imágenes datan de 2008, como informa Survival International, su importancia sigue siendo intemporal, como subrayó el experto en tribus aisladas José Carlos dos Reis Meirelles Júnior. Destacó la urgente necesidad de proteger a estas tribus de amenazas externas, como las actividades de tala ilegal que invaden desde Perú.

«Hicimos el sobrevuelo para mostrar sus casas, para mostrar que están ahí, para mostrar que existen», dijo.

© G. Miranda/FUNAI/Survival

También se ha estrenado una película. The Mission, un conmovedor documental dirigido por Amanda McBaine y Jesse Moss, arroja luz sobre el trágico destino del misionero estadounidense John Allen Chau. Su malogrado intento de entrar en contacto con los sentineleses en 2018 acabó con su prematura desaparición, simbolizando el delicado equilibrio entre la curiosidad y el respeto por estas comunidades aisladas.

QUÈ SE SABE DE LOs TAGAEIRI-TAROMENANE EN ECUADOR?? (Reporte Vistazo)

El Estado guarda bajo reserva los informes de los pueblos no contactados en la Amazonía ecuatoriana, mientras las actividades petroleras, los madereros y colonos siguen haciendo presión sobre su territorio ancestral. Después de varios enfrentamientos violentos y dos matanzas en las que habrían muerto docenas de integrantes de estas tribus, el Estado no ha podido salvaguardar la integridad de los no contactados, pues la famosa Zona Intangible y las políticas de protección han servido de poco. Aunque desde el último ataque en 2016 se vive una relativa calma, no se puede descartar la posibilidad de otra matanza o encuentro violento.

Teppa Quimontare no sabe cuántos años tiene: probablemente 80 o más. Ella fue parte de los waoranis «contactados» a finales de la década de 1950, cuando el Instituto Lingüístico de Verano llegó a «civilizar a los aucas» para que permitieran el ingreso de las petroleras a la Amazonía ecuatoriana. Han pasado más de 65 años. Desde entonces, Teppa es evangélica y su vida se mueve entre la influencia occidental y su cultura y tradiciones del mundo waorani. Pero hay algo que la sigue inquietando.

Cuando Teppa acudió al llamado de los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano, sus hermanos prefirieron adentrarse en la selva para seguir viviendo como lo habían hecho milenariamente, antes de que los evangélicos llegasen en avionetas a ofrecerles otra vida. Ellos conformaron el famoso clan de Taga o los Tagaeri, que protagonizaron varios enfrentamientos con quienes se adentraban en su territorio: religiosos, colonos, petroleros, madereros… Han muerto decenas de personas en encuentros violentos, sobre todo, aislados.

Teppa quiere que sus hijos la lleven con los Taga, desea saber cómo continuaron con su vida. Sus hijos le han dicho decenas de veces que eso no es posible. Que la suban a un avión, dice, convencida o ingenua, y la dejen en la selva. Pero no es tan fácil: sus familiares, a quienes vio por última vez hace más de 60 años, no la reconocerían y posiblemente la matarían con lanzas.

Ella los ve en sus sueños. Y quizá esos sueños nunca se conviertan en realidad. Por una parte, está el peligro de enfrentarse a personas que no quieren contacto con el mundo exterior y, por otra, quizá los Tagaeri ya no existan. Hace exactamente 30 años, luego de un secuestro, llegaron los primeros indicios de que otro clan de no contactados, los Taromenane, habría diezmado a los Tagaeri. Hace 20 años se reforzó esa hipótesis luego de una matanza. Hace diez años, en 2013, hubo otra masacre y otro secuestro. Al parecer, a nadie o a muy pocos importa que se repita una tragedia.

Según las instituciones estatales y estudios antropológicos, en Ecuador hay dos grupos de indígenas en aislamiento: Tagaeri y Taromenane, que se encuentran en las provincias de Orellana y Pastaza, y que se mueven por dentro y fuera de la Zona Intangible Tagaeri Taromenane (ZITT) y parte del Parque Nacional Yasuní. La organización Land Is Life identifica otro grupo que no está confirmado: los Dugakairis.

Durante medio siglo, hay quienes han negado su existencia, intentando desechar las trabas que significan «los no contactados» para los intereses extractivos y colonizadores. Y del otro lado, hay quienes idealizan a estos pueblos, pensando que viven en total armonía.

La realidad es más compleja. Mientras el país discute dejar o no el petróleo bajo tierra en el bloque 43 o ITT, que está en uno de los extremos del Yasuní, más al occidente, en la zona caliente donde se han producido enfrentamientos violentos con “no contactados” siguen expandiéndose las fronteras extractivas y de colonización. Por otro lado, al sur del Yasuní, en el Curaray, madereros ilegales hacen de las suyas sin que exista control en la frontera con el Perú.

Foto del Instituto Lingüístico de Verano cuando contactaron a los waoranis a finales de la década de 1950. (Cortesía)

ARRINCONADOS CON SU PROPIA SELVA

Teppa vive en el sector de Pindo, cerca de otro lugar que se llama Los Reyes, donde en 2009 un grupo de no contactados atacó con lanzas a Sandra Zabala, una colona, y a sus cinco hijos. La madre y dos de sus hijos murieron, otros dos lograron correr y su bebé de siete meses fue raptado por los atacantes. Los colonos iniciaron la búsqueda para recuperarlo; lo encontraron dos días después a un par de kilómetros en la selva. David Cevallos, un colono de 47 años, fue quien comandó el rescate del bebé, a pesar de que las autoridades le decían que no se adentrara en la selva. Según Cevallos, quienes mataron a esta familia no eran no contactados, sino waoranis contratados por algún interés, posiblemente petrolero. De todos modos, la pericia antropológica hecha a las lanzas, comprobó que correspondían a un grupo de indígenas en aislamiento.

Teppa cree que los atacantes fueron sus familiares. Unos dijeron que la causa fue el ruido que generaba el bloque petrolero Hormiguero Sur; otros culparon a la maquinaria de la prefectura que estaba abriendo el camino al poblado de Unión 2000. Lo único cierto es que los aislados no ven diferencia entre lo uno o lo otro: colonos, madereros o petroleros son invasores de su territorio. El pozo petrolero sigue ahí; los colonos también, con sus fincas y cultivos. El ruido de las motosierras está por doquier.

Recorriendo esas vías, en otro sector llamado Armadillo, otro grupo (o quizá el mismo) mató al maderero Luis Castellanos en 2008, cerca de otro pozo petrolero. Organizaciones como Land Is Life y la Fundación Alejandro Labaka han denunciado que cerca de Armadillo, a solo 25 kilómetros estarían casas y chacras de los grupos en aislamiento. Más hacia el sur, en 2006 y 2005, otros dos madereros también murieron en este tipo de ataques.

A todos estos lugares se llega por la vía Auca, que sale de la ciudad de Coca, provincia de Orellana, y se adentra en la Amazonía. El objetivo de la vía era sacar el petróleo, pero los colonos y madereros ilegales llegaron detrás, aprovechando el camino. Ahora hay un laberinto de vías y cientos de casas, la mayoría de madera y zinc, de personas que buscan un pedazo de tierra, sin importar que sea en la recóndita selva. Esos pobladores eligen alcaldes y prefectos, y los políticos buscan asegurarse los votos abriendo más caminos hacia las fincas. Para algunos, el exterminio de los no contactados es irreversible si continuamos por esta senda.

“El país quiere el petróleo, los colonos quieren tierras, todos somos responsables de lo que está pasando. ¿Quién hace algo por detenerlo?”, cuestiona José Miguel Goldaráz, sacerdote del Vicariato de Aguarico, que ha dedicado más de 40 años al estudio del pueblo waorani. “La situación en muy triste. Hay muchas presiones sobre los no contactados. Su territorio está amenazado. Incluso nosotros como pueblo waorani nos seguimos adentrando en su territorio. Antes éramos una población de 800 personas, ahora somos más de 4.500. Creo que, en unos diez años, los aislados tendrán que salir a hacer contacto con nosotros los waoriani o a decir: por favor, no avancen más”, dice Nemo Guiquita, lideresa waorani y dirigente de CONFENIAE.

El Estado dice que hace todo lo posible para asegurar el territorio de los no contactados. Pero nada ha funcionado. Una de las políticas más importantes fue la creación de la Zona Intangible Tagaeri Taromenane (ZITT), donde se supone que no pueden existir actividades extractivas y nadie puede invadir ese territorio. Hace más de un siglo, los waorani se movían por un espacio de cerca de dos millones de hectáreas; sus límites eran el río Napo, al norte, y el río Curaray, al sur. Ahora la famosa Zona Intangible, ZITT, tiene unas 800 mil hectáreas. Esto es, casi la tercera parte del territorio original.

Según relata la periodista e investigadora Milagros Aguirre en su libro “La Selva de Papel”, mientras el gobierno lanzaba la iniciativa Yasuní allá por el año 2008 para dejar el petróleo bajo tierra, se negociaba campos petroleros con compañías internacionales. Es decir, se crean reservas o zonas de conservación, pero priman otros intereses. Los funcionarios, desde Quito no entienden las dinámicas de la selva. Cuando los aislados mataron al madero en Armadillo, en 2008, quedó en evidencia el desconocimiento oficial. Una funcionaria de Estado llegó a decir: “Cómo esta gente se había salido de ahí (de la Zona Intangible)”, como si ellos entendieran de límites y campos petroleros. Esa ha sido la política pública en las últimas décadas. En 2012, el entonces Ministerio de Justicia hizo un mapa con los muertos en encuentros violentos con no contactados, algunos de estos fuera de la Zona Intangible.

EL LÍMITE DE LOS NO CONTACTADOS

Para cumplir con el Plan de Medidas Cautelares a favor de los pueblos en aislamiento que exigió la CIDH, el Estado construyó la “Estación de Monitoreo de la Zona Intangible Tagaeri Taromenane”, que está a casi 100 kilómetros de Coca, por la vía Auca. Es una infraestructura de dos pisos, en franco deterioro, ubicada a la orilla del río Shiripuno. Por esa parte del río pueden entran madereros o cazadores ilegales a la Zona Intangible. O personas que no tienen permiso. Uno de los mayores riesgos durante la pandemia fue que alguien contagiado con Covid-19 entrara, tuviera algún contacto con los aislados y estos pudieran desaparecer completamente ya que no tienen defensas ni para una gripe común, pero aún para otros virus.

Se supone que personal de la Estación debe vigilar quién entra y quién sale, y en qué condiciones, pero la última semana de julio de 2023, un equipo de Vistazo y Ojo Público ingresó en la zona hasta la comunidad de Gemeneweno, sin que ningún funcionario hiciera una inspección o preguntara el motivo o destino. La Estación estaba vacía a las nueve de la mañana.

Genemeweno está a tres horas río abajo en el Shiripuno. Es una de las últimas comunidades sobre el límite de la Zona Intangible. Su líder es Gaba Wane, junto a su esposa Nemonte Miipo. Relatan que viven de la caza, la pesca, la recolección de frutos de la selva y sus cultivos de yuca y otras especies. Reciben turistas en su comunidad, lo que les ayuda a tener ingresos para otros gastos. Gaba dice que últimamente no han tenido encuentros o avistamientos de no contactados, pero conoce los lugares por dónde ellos se mueven, a unos kilómetros de camino desde su casa.

Loading