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El doloroso fin de un ciclo: La Roja pierde y le dice adiós al Mundial de Qatar

(La Tercera).- No hubo milagro en San Carlos de Apoquindo. La selección chilena cayó 2-0 con Uruguay y no estará en la Copa del Mundo, por segunda edición consecutiva. El repechaje lo jugará Perú. Por muy drástico que suene, el equipo nacional hizo méritos para terminar en el fondo de Sudamérica.

No quedaba más remedio que encomendarse a lo que se cruzara. En una eliminatoria tan sinuosa como ésta, Chile llegó con algo de vida a la última jornada pero sin depender de sí mismo, recién para aspirar al repechaje. Con la calculadora en la mano y pendiente de otros resultados, como antes. Más allá del deseo, ese milagro que necesitaba la Roja finalmente no se dio. La verdad es que estuvo lejos de concretarse. La Selección no estará en el Mundial de Qatar. Es doloroso, porque el Equipo de Todos se perderá la gran fiesta del fútbol por segunda edición seguida. No obstante, es justificado, porque Chile no hizo méritos para estar entre los 32 elegidos. La campaña fue absolutamente discreta. Es la triste realidad. La derrota con Uruguay bajó la persiana.

Despejando cualquier misterio, Lasarte mandó a la cancha a un Ben Brereton que hizo un esfuerzo encomiable en llegar al partido, pero se notó que no estaba listo. Era notoria la inactividad del chileno-inglés, quien de igual manera se las ingenió para tener ocasiones de gol. El trío de ataque lo completó Joaquín Montecinos y Alexis Sánchez. El hombre de Xolos le brindó profundidad a Chile por la derecha, apelando a su explosividad. Se ganó su presencia en el equipo. Eso sí, carecía de una mejor finalización. Mientras tanto, Alexis era libre, moviéndose y retrocediendo, como su costumbre en el último tiempo.

Uruguay empezó mejor, presionando arriba, con un plan establecido. Y a Chile le costaba salir por la franja izquierda. Con el paso de los minutos, el cuadro nacional se posicionó mejor en el campo y se fue acercando con más frecuencia al arco de Rochet. Nada claro, pero se acercaba.

Era inevitable pensar en el último baile de la Generación Dorada, en el cierre de un ciclo. Y también era inevitable mirar de reojo lo que sucedía en Perú y en Venezuela, porque la hipotética hazaña requería de la ayuda de Paraguay y de la Vinotinto. El significado del partido no le daba tanta relevancia a los aspectos tácticos ni a los movimientos de unos y otros. Era un duelo con una alta dosis de emotividad, con lo anímico como un factor clave para terminar con la frente en alto. Y que los astros se alinearan.

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